Con los estudiantes bien adentrados en un nuevo curso escolar y explorando la emoción de nuevas oportunidades de aprendizaje, amistades y actividades extraescolares, es inevitable que en algún momento se topen con un bache en el camino y experimenten un revés o un fracaso.
Como seres humanos, especialmente los niños, a veces vinculamos nuestra autoestima o nuestro valor a estos resultados.
Como padres, tutores y profesores, tenemos la gran oportunidad de ayudar a nuestros hijos a ver los errores como oportunidades de aprendizaje y a replantearse su forma de ver el fracaso. El fracaso en la vida es una certeza. Imaginemos lo que podría significar para nuestros hijos si pudiéramos ayudarles a ver el fracaso como una oportunidad para convertirse en lo mejor de sí mismos.
El fracaso es una parte normal de la vida.
Como adultos, tenemos la ventaja de haber aprendido a lo largo de los años que fracasar en algo no es lo mismo que fracasar como persona. Para un adolescente, la mera idea de fracasar puede provocar sentimientos de vergüenza, dolor, rabia y decepción. No saben lo que nosotros, que los momentos difíciles pueden ser un beneficio a largo plazo. Los adultos están en una posición inmejorable no sólo para normalizar las luchas y los contratiempos, sino también para dar ejemplo de cómo afrontarlos con éxito. Deje que sus hijos le vean luchar, pero también cómo afronta usted las decepciones y los retos. Entabla conversaciones con ellos sobre cómo el fracaso te ha hecho mejor o te ha sido útil.
El fracaso nos ayuda a aprender.
El fracaso puede ser un maestro increíble. Aprendemos de nuestros errores y, como resultado, nos convertimos en solucionadores de problemas, adquirimos nuevos conocimientos, ganamos experiencias valiosas, creamos relaciones y construimos resiliencia. Aunque nuestro instinto puede sugerirnos que nos apresuremos a rescatar a nuestros hijos de los errores o que los pasemos por alto cuando se producen, es mucho mejor dejarles que produzcan sus propias soluciones viables. Si se lo permitimos, podrán desarrollar las habilidades necesarias para desenvolverse en la vida, sin dejar de estar bajo su supervisión. Deja que inicien una conversación con sus entrenadores, profesores o amigos cuando surjan problemas. Permíteles que trabajen sus sentimientos. La experiencia que adquieran les beneficiará a lo largo de la vida y les infundirá confianza en su capacidad para hacerlo.
El fracaso puede hacernos perder lo que estamos destinados a ser. No lo permitas.
Muchos conocen historias de personas que sufrieron un fracaso devastador pero siguieron adelante. Michael Jordan fue expulsado del equipo de baloncesto de su instituto. La novela de J.K. Rowling, Harry Potter, fue rechazada 12 veces.
La idea del fracaso puede asustar, pero si nos empeñamos en evitarlo a toda costa, puede privarnos de lo que podríamos ser o de lo que podemos llegar a ser. Habla con tus hijos de lo que podría pasar si fracasan, pero también de lo que podría pasar si no lo hacen.
El fracaso es algo que va a ocurrir en la vida, pero la forma en que aprendemos a verlo y a afrontarlo puede marcar una diferencia de por vida en las experiencias que tenemos y en quiénes nos convertimos. Ayuda a los niños a normalizarlo, a superarlo y a convertirse en lo que están destinados a ser.
Escrito por: Susan Foley-Educadora sanitaria
Fuentes:
Hicks, Dra. Laymon. (2023) A Kids Book About Failyure. DK Children Books
Lahey, J. (2015) El don del fracaso. Harper Books
Lythcott-Haims, J. (2016) Cómo educar a un adulto. St. Martin's Griffin