La adolescencia es una época crucial en la que los jóvenes experimentan transiciones nuevas y emocionantes, aunque a veces incómodas. Los jóvenes adultos se enfrentan a las abrumadoras tareas de mantener relaciones sociales con los compañeros y la familia, hacer malabarismos con los estudios y las actividades extraescolares y afrontar los cambios físicos y emocionales propios de la pubertad. Se trata de un repertorio complicado, incluso sin el popurrí de expectativas potenciadas por Hollywood a las que se enfrentan desde unos medios de comunicación siempre presentes.
Los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental en las percepciones sociales y personales de un adolescente. Según la Revista Oficial de la Academia Americana de Pediatría, el joven medio ve más de 3.000 anuncios al día (más de 40.000 al año) en televisión, Internet, vallas publicitarias y revistas. La mayoría de las veces, estos medios muestran imágenes de hombres y mujeres esbeltos y atléticos con un pelo y unos rasgos faciales "perfectos". Podemos imaginarnos cómo deben esforzarse cada día los adolescentes por definirse a sí mismos y ver dónde encajan en ese concepto estrechamente definido de la perfección. Estos ingredientes son una receta para una visión negativa de la imagen corporal, que puede conducir a un discurso negativo sobre uno mismo.
La imagen corporal se define como la forma en que percibimos nuestro cuerpo visualmente; cómo nos sentimos con respecto a nuestro aspecto físico; nuestra sensación de cómo ven los demás nuestro cuerpo; nuestra sensación de nuestro cuerpo en el espacio físico; y nuestro nivel de conexión con nuestro cuerpo. La autoconversación se define como la conversación interna continua que mantenemos con nosotros mismos y que influye en cómo nos sentimos y nos comportamos. Es importante enseñar a nuestros jóvenes a centrar su energía en una autoconversación positiva y en expectativas realistas sobre su imagen corporal. La autoconversación negativa amplifica los malos sentimientos, creando dolor, ira, frustración, depresión y ansiedad. Hay que abordar pronto las tendencias negativas a hablar de uno mismo para evitar que esos comportamientos nocivos se trasladen a la edad adulta.
Ten en cuenta estos consejos para enseñar a los jóvenes a centrarse positivamente en la imagen corporal:
- Intenta no compararte con compañeros, familiares o imágenes vistas en los medios de comunicación.
Cada persona es diferente. Todos crecemos, tenemos un aspecto diferente y maduramos a nuestro propio ritmo. Nuestros cuerpos están diseñados para ser diferentes y debemos aceptar nuestras características únicas. No todo el mundo está hecho para crecer muy alto o ser el más atlético del colegio. No tienes por qué crecer hasta alcanzar la misma altura que tu mejor amigo o tu hermano mayor, ni tienes por qué parecerte al modelo masculino o femenino que ves en los anuncios. Los cambios que experimentas durante la pubertad son normales y necesarios para que tu cuerpo se convierta física y mentalmente en un adulto. - Convierte los pensamientos negativos en positivos.
Todo el mundo tiene días en los que su pelo no tiene el aspecto que le gustaría o su ropa no le sienta bien. Algunos pensamientos negativos podrían ser: "Nunca tendré un pelo perfecto" o "Mi día va a ser horrible porque esta camisa no me queda bien". En lugar de eso, adopta un enfoque positivo: "Mi pelo es diferente al de mis compañeros y me hace única". En lugar de dejar que tu ropa determine cómo te va a ir el día, planifica por la noche antes de ir al colegio para elegir conjuntos cómodos que te guste llevar.
Aunque crecer es complicado, es importante que los niños comprendan que están experimentando muchos cambios, tanto físicos como mentales. Es especialmente importante que los jóvenes sepan que son individuos maravillosos y distintos y que nadie más puede ser exactamente como ellos. Centrarse en pensamientos positivos, y asegurarse de reconocerse a sí mismo el mérito por lo bueno que hace, contrarrestará la negatividad y derribará expectativas poco realistas.